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El diagnóstico I

  • Writer: Jesica Guzman
    Jesica Guzman
  • Jun 15, 2023
  • 7 min read



Quiero hacer una introducción sobre este Post.
Creo que es el texto más difícil que me he atrevido a escribir. Leer este texto es como adentrarse en un diario personal, por momentos hablo con mucho detalle, quizá más del que muchas personas quisieran enterarse pero me ha costado mucho resumir, por eso he decidido dividirlo en dos partes.
Hay demasiados matices, momentos cumbre, sensaciones. He tenido que parar muchas veces, he llorado, he cerrado el cuaderno por semanas, he escrito hojas y hojas, he dudado sobre que decir y que no.
Esto que comparto no sé si es un relato final, no sé si el texto está acabado o si es la mejor versión. Quizá en algún momento lograría expresarlo con mejores palabras y de una manera mucho más fluida, pero no quiero que el tiempo siga pasando y no quiero que se pierda la esencia de lo que hoy siento.


Si me lees confundida, incoherente, básica…
Esto soy ahora, pido paciencia.


PARTE 1


El antecedente:


Hace años venía con “problemas” estomacales: era intolerante a la lactosa, se me hinchaba mucho el estómago cuando comía algo condimentado o un poco pesado y mi tránsito intestinal era muy lento. La intensidad de estos síntomas fueron incrementando y siendo más recurrentes con el tiempo. Para el 2021 recuerdo que estuve casi todo el año con malestares y en cierto punto recuerdo que hasta el agua me sentaba mal.


Esto había afectado mi vida personal y social, ya que por lo general yo estaba molesta e irritable, debido a la hinchazón ya no podía ponerme las prendas que acostumbraba a usar y muchas veces me tenía que ir de los lugares porque me sentía demasiado incómoda.

Había visitado varios médicos en muchas ocasiones y solían decirme que estos “brotes” tenían relación con el estado mental, si estaba bajo estrés o presión el intestino y el estómago reaccionaban con estos síntomas.


Para mí la historia cerraba, pues el 2021 hasta ese momento, había sido uno de los años más estresantes. Aun en pandemia, nos habíamos mudado a Berlín porque yo encontré un nuevo trabajo, tuve dos mudanzas en menos de 2 meses, el trabajo me exigía demasiado y en realidad no era como me lo había imaginado: No hubo introducción ni preparación para mi puesto, pero yo ya estaba allí: con un contrato, con proyectos a mi cargo, con una carga laboral exagerada y la frutilla del postre: en alemán. Me sobre exigí demasiado.


Septiembre 2021: Finalmente un médico se tomó en serio mi cuadro sintomático y me hicieron una endoscopia. En este estudio descubrieron que las paredes de mi estómago estaban muy irritadas (aun recuerdo la imagen, las paredes eran de un color fucsia encendido y la textura de la superficie era muy rugosa, parecía la carne molida que venden en el supermercado).

El resultado de los estudios decían que mi estómago estaba invadido por la bacteria Helicobacter Pylori.

Con la motivación de enfocarme en mi salud física y mental, empece a partir de ese momento un tratamiento de 140 pastillas en 10 días y decidí renunciar a mi trabajo.

Mi jefe no aceptó la renuncia, prometió que algunas cosas cambiarían y llegamos a un acuerdo, después del tratamiento con las pastillas me fui tres semanas de viaje para desconectar y darle a mi cuerpo un respiro.


Me acuerdo que yo en ese momento tenía grandes expectativas, como finalmente “habían encontrado” la causa de mi malestar y ya estábamos tomando acción para tratarlo, me imaginé que en esas vacaciones tendría el abdomen plano, podría comer y tomar de todo sin problemas e iba a volver a estar en un estado de tranquilidad.

Pero no fue así, en el viaje varias veces me seguí sintiendo mal.


Al cabo de 3 meses me harían una nueva endoscopia para evaluar cómo estaban las paredes del estómago después del tratamiento y si habría que repetirlo.


El 03 de enero del 2022 fui a esa cita médica de control. Las paredes del estómago lucían muchísimo mejor, de color rosa claro y la superficie era bastante más lisa que la primera vez.

Pero con sorpresa apareció algo más en la imagen. Se trataba de una lesión que se veía como una raspadura, como una cicatriz que no estaba del todo sana.

Tomaron una biopsia y en una semana me dirían de qué se trataba.


El médico me dijo que podría tratarse de una úlcera que pude haber tenido sin saberlo, me habrá dicho alguna otra cosa que ahora no recuerdo, pero lo que sí, es que también me dijo podría llegar a ser cáncer…

Me dio un frío en el cuerpo cuando lo dijo, me asusté un poco, pero bueno pensé como siempre, que los médicos deben abrir todo el espectro de posibilidades al paciente para evitar malentendidos. Y bueno era una posibilidad dentro de muchas otras. ¿Por qué habría de quedarme pensando en la más compleja de todas?


En esa semana traté de no pensar en ello, traté de enfocarme en otras cosas. Mi mamá estaba visitándome por esos días y le quedaba una semana de viaje, así que me aboque a estar con ella y disfrutar su compañía.

Obviamente el ruido de esa posibilidad a veces volvía de la nada y se me instalaba. Fue una semana rara.


La noche anterior a la cita le pedí a Fabi, mi marido, que me acompañara al día siguiente.

Antes de dormir hablamos sobre la posibilidad de que el resultado fuera positivo al cáncer. Creo que ambos lloramos un poco porque era un pensamiento aterrador, pero dormimos sin problema.



El Diagnóstico:


10 enero del 2022. Cita médica a las 18:00

Mi mamá estaba en el avión rumbo a Bogotá.


Justo antes de entrar al consultorio hablé mentalmente con Dios, dije que aceptaría lo que fuera.

Sobre este hecho pensé muchas veces más adelante, porque sé que esa “aceptación por adelantado” fue más un acto de ignorancia que de valentía. Lo dije sin de verdad medir la complejidad de lo que significaba.

- Las noticias no son alentadoras. Desafortunadamente la biopsia demuestra que tienes cáncer. (Dijo el médico)

Silencio sepulcral y mente en blanco.


El médico continuó hablando sobre algunos detalles del estudio y de la patología que se había llevado a cabo. Sobre esto no escuché activamente nada. Yo estaba en un estado de suspensión, no puedo definir exactamente donde estaba, pero estoy segura de que es un lugar al que nunca antes había ido… era como la nada misma.


-¿y qué podemos hacer? ¿Cómo seguimos? (Preguntó Fabi con voz temblorosa y yo volví a estar allí).

A lo que el médico contestó que debíamos contactar un oncólogo - gastroenterólogo de apellido Daum, nos dio su tarjeta, nos mostró su foto y perfil en el monitor de la computadora, nos dijo que él nos indicaría los detalles del tratamiento, que muy seguramente serían con cirugía y quimioterapia…

En el momento que escuché “quimioterapia” se me empezaron a escurrir las lágrimas. Para mí, esto sonaba como a palabras mayores, como algo realmente serio.


El médico fue muy amable. Nosotros creemos que él tampoco tenía mucha cancha con dar este tipo de noticias o quizá no tenía mucha cancha con mujeres jóvenes y latinas. Porque yo estaba inconsolable y a él se le notaba que se sentía tan impotente, no sabía qué decirme.

Pero si me dijo que este tumor era pequeño, que parecía muy reciente, que estaba en un estado inicial y que él confiaba en que me curaría. Que tenía muchas posibilidades de tratarse y tener buenos resultados.


Esto es obviamente, lo que cualquier paciente quisiera escuchar. Esta es la voz de esperanza que nos impulsa a atrevernos a afrontar todo lo que se viene.


Después de dejar el consultorio se vino un Tsunami de situaciones.

Llamadas a mis familiares. El primero fue mi papá, el segundo en enterarse fue mi jefe que justo me llamó en ese momento para algo del trabajo. Y la situación más triste de todas, fue responder el mensaje de mi mamá, porque logró conectarse desde el avión, preguntándome como habían salido los resultados.

No alcanzo a imaginar las sensaciones que ella pudo tener en ese momento. Me da una profunda tristeza pensar en mi mamá, en TODO lo que ella ha tenido que transitar con esta experiencia.


En los días posteriores hablé con más personas. Las más cercanas. Era todo muy confuso.


Afortunadamente el Dr. Daum, (el oncólogo - Gastroenterólogo) me vio de forma urgente y me hicieron los estudios posteriores para determinar el estadio, el tipo de cáncer y obviamente el tratamiento.

Respecto al dictamen del médico. Mi tratamiento estaría compuesto por 4 ciclos de quimioterapia FLOT + una cirugía, donde me extraerían una parte importante del estómago o todo el estómago + 4 ciclos de quimioterapia al final (en caso de ser necesario).


Paralelamente traté de mantener cierta “normalidad” en mi vida, seguí trabajando, poniendo en orden algunos temas.


Pensé en me quedaré calva. Lo pensé muchas veces.

Pensé en el miedo a morir. En la posibilidad.

Pensé en la supervivencia, en decir, tengo una oportunidad más para continuar. Para vivir.

Y pensé muchísimas veces que estaba soñando. Guardaba la esperanza de despertarme y que alguien me dijera estabas dormida, no es real. Tuviste una pesadilla!.


Siento que vi la película de mi vida pasar al frente de mis ojos. Tuve cierto deseo de ver fotos de cuando era pequeña, verlas me producía un amor y una compasión por mi misma que no puedo poner en palabras, me pregunté si era posible que Jessica Guzmán Laserna muriera ahora, si ¿éste sería el fin? Eso me daba demasiada tristeza porque de cierto modo sentía que me había quedado tanto por hacer! Que se me había quedado corto el tiempo, que me habría gustado tener un par de años más para conocer algunos lugares, irme de viaje y experimentar ciertas cosas, volver a ver algunos amigos, algunas caras, abrazarlos. Me pregunté como se habría sentido ser madre.

Rogué por tiempo, por VIDA. Me aferré demasiado al deseo de tener más tiempo en este plano.

Prometí cosas. Si me curaba, si continuaba estando…

 
 
 

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El blog de una sobreviviente de Cáncer

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por Jessica Guzmán 

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